Etapa 3: Refugi de Josep Maria Blanc – Refugi d’Estany Llong
Ayer por la noche estuvimos hasta tarde compartiendo historias con Xavi, el guarda del refugio Josep Maria Blanc, y el resto del equipo con quienes además tuvimos la suerte de poder compartir una deliciosa cena. Nos acostamos tarde, como de costumbre, cuando el resto de gente que se alojaba allí ya hacía rato que dormía.
Quizás he dormido poco más de 5 horas. Me encantaría quedarme en la cama un buen rato más. Mi cuerpo me pide a gritos que lo haga después de la larga y dura jornada de ayer. Y viendo todo lo que tenemos hoy por delante para llegar a Estany Llong, no hubiera sido mala idea seguir tumbado un rato más, la verdad. Pero sobre las 5 ya estaba despierto. Soy de esas personas a las que les gusta madrugar. El primer objetivo del día es caminar hasta un punto cercano desde donde poder observar y fotografiar la salida del sol. Salgo del refugio cuando son las 05:45h. No hay nadie en pie. Me gusta disfrutar de esos minutos de silencio tan difíciles de encontrar hoy en día. Camino durante poco más de 15 minutos para llegar hasta esa roca que ayer vi a lo lejos. Las primeras luces me permiten disfrutar de los lagos y cimas que me rodean. Y de esa soledad y silencio que andaba buscando. A mis pies el lago está en completa calma. Todo parece estar esperando a que el sol aparezca a lo lejos. Aprovecho para cerrar los ojos y meditar durante unos minutos. – ¡Qué fácil es hacerlo aquí! – Al abrir los ojos veo como poco a poco todo gana color. Ese tono tan característico de estas horas de la mañana. Sigo enamorado de todo lo que me rodea. Y yo aquí. Sentado en lo alto de una roca sin nada que me aleje de este momento. De esta paz.
Al volver al refugio el ambiente ha cambiado mucho. Todo el mundo está en pie. Sigue siendo muy temprano, pero en la montaña la palabra “temprano” es un término al que uno debe acostumbrarse. Me reencuentro con Maigua, que al parecer ya ha desayunado. El desayuno es importante, pero no podemos retrasarnos más. – ¡Hay que salir ya! – son las palabras que se repiten en mi mente mientras intento saborear las tostadas con mantequilla y mermelada de fresa.
Nos despedimos de l@s chic@s del refugio con un fuerte abrazo y con la certeza que nos volveremos a ver pronto. De hecho, Arán, un loco del splitboarding ha prometido acompañarme en invierno para disfrutar de algunas bajadas por alguna de las canales que se visualizan a lo lejos. Nos alejamos del refugio mientras vemos como l@s chic@s toman el desayuno fuera, con unas panorámicas de ensueño ahora que todos los huéspedes ya se han marchado.
Salimos a buen ritmo e intento no pensar en esa molestia que sigo notando en mi rodilla. Por delante tenemos en primer lugar una bonita zona de lagos y una subida progresiva después hasta la Collada de Capdella o Saburó, siempre siguiendo el conocido GR11. Las marcas son fácilmente reconocibles y visibles, por lo que nos ayuda a avanzar a paso ligero. En esta zona sigue habiendo la presencia de alguna placa de nieve. De hecho cuando empezamos a ascender hacia la Coma del Port, nos cruzamos con un grupo de franceses que descienden con dificultades porque no usan crampones y hay un fuerte desnivel. Intento ayudarles como puedo, y les indico la mejor ruta para sortear este punto con mayor seguridad aprovechando una zona de rocas que no se encuentra cubierta por la nieve o el hielo.
Rápidamente llegamos a lo más alto de la ruta de hoy, a 2.668m. Desde la Collada de Capdella podemos apreciar el Estany de Saburó a nuestros pies y vemos a mano izquierda el trazado que deberemos seguir para llegar hacia el Estany de Mar.
Aprovechamos este momento para hacer una pequeña parada. Tomamos un te caliente que preparo con la ayuda del hornillo que siempre llevo encima. En el picnic que nos han preparado en el refugio Josep Maria Blanc, hay algo de fruta, frutos secos y una barrita de cereales. – ¡Esto no tiene precio! – es lo que nos repetimos una y otra vez Maigua y yo, mientras disfrutamos de todo el paisaje que nos rodea.
Para llegar al Estany de Mar, uno de los lagos más grandes que hemos visto hasta ahora, hay que cruzar el conocido “Pas de l’Ós“, un paso entre grandes bloques de roca y piedra con un fuerte desnivel. En la base del paso, y antes de empezar a caminar alrededor del lago para llegar al refugio de Colomina, nos detenemos para observar con atención esa enorme nube que tenemos por delante, justo después del refugio. La previsión del tiempo para hoy no era muy favorable a la tarde, con riesgo importante de fuertes lluvias. Espero que se equivoque el pronóstico, aunque no suele fallar en esta zona. Pero lo mejor será preguntar al guarda del refugio, quien conoce mejor que nadie la meteorología de esta zona.
Al llegar al refugio nos encontramos con un grupo con quienes habíamos coincidido en el refugio de Restanca. Lo primero es saludar a los guardas y sellar el forfait. Mientras comemos la deliciosa comida que nos habían preparado esta mañana en el refugio anterior, hablamos con los guardas para preguntarles por la previsión meteorológica. Al parecer no es muy favorable. Hubiera sido mejor llegar a este punto más temprano, pero no podemos hacer más ya. Mientras comemos las nubes de nos echan encima, cubriendo por completo la zona y dejando la visibilidad muy reducida. Me pregunto si será buena idea seguir la ruta. Después de hablarlo con Maigua y barajar las diferentes posibilidades, decidimos seguir, aunque pedimos que avisen por radio al refugio Estany Llong para que estén alerta de nuestra llegada. Personalmente no conozco la zona, pero confío en que sabremos encontrar las marcas que indican el camino. A las malas, podré utilizar el GPS del reloj para volver atrás siguiendo la ruta que memorizando constantemente.
A los pocos minutos de salir del refugio de Colomina empieza a cubrirse el cielo todavía más. Nos equipamos con la ropa de lluvia y cubrimos las mochilas con las fundas. – ¡Esto se pone interesante! – me repito una y otra vez con esa sensación que mezcla miedo y excitación. A nuestras espaldas oímos de manera constante el sonido que producen los truenos. Espero que los relámpagos se queden ahí atrás. El camino es fácil porque hay que seguir una antigua vía férrea que utilizaban antiguamente para desplazarse por la zona los trabajadores de los embalses. La visibilidad parece que poco a poco va mejorando. Tenemos la referencia visual a mano derecha del Estany Tort, que deberemos seguir en todo momento hasta llegar a un pequeño refugio que marca el mapa, y que puede servirnos como refugio temporal si la meteorología se pone fea de verdad. Tenemos suerte por el momento. A pesar de notar en mi cuerpo alguna tímida gota de lluvia no es para nada la tormenta que pronosticábamos hace unas horas. Pero no nos relajamos y subimos a un ritmo muy fuerte hasta el último obstáculo de altura del día, la Colladeta de Dellui.
Mientras espero en lo más alto a que llegue Maigua, aprovecho para quitarme la camiseta empapada en sudor antes de empezar la bajada hacia el Estany de Dellui. En este punto sopla algo de viento frío, y es mejor utilizar ropa seca para no enfriarse. A la llegada de mi compañera de ruta nos abrazamos. Supongo que nos salen los nervios vividos momentos atrás cuando temíamos por la aparición de los relámpagos encima de nuestras cabezas, y que hubiera sido sin duda un peligro a tener muy en cuenta.
Después de dejar atrás los lagos de Dellui seguimos perdiendo altura para adentrarnos en la zona de Les Corticelles. Vemos a lo lejos un bosque frondoso, señal inequívoca de que estamos bien encaminados y que ya estamos muy cerca del refugio. Hace horas que caminamos por zonas de roca y piedra, con ningún árbol a nuestro alrededor, por lo que nuestra vista agradece un paisaje algo diferente. Por fin llegamos al refugio Estany Llong, donde nos esperaban después del aviso que les habían mandado desde Colomina. – ¡Todo bien! – les decimos a los guardas.
El refugio parece que está casi al completo. Nos apetece relajarnos un poco pero en breve sirven la cena, así que toca una ducha rápida y ponerse ropa cómoda para saborear la cocina típica de montaña. Conversamos un buen rato con varios grupos de trekkers que hacen la ruta, y nos damos cuenta que somos los únicos una vez más que está haciendo Carros de Foc en sentido horario. No sé cómo debe ser hacerla al revés, pero yo lo estoy disfrutando así. Tendré que hacerla en sentido anti-horario en invierno con esquí de montaña para poder comparar.
Puedes ver y descargar el track de la etapa 3 de Carros de Foc.
Etapa 4: Refugi d’Estany Llong – Ventosa – Presa de Cavallers
Parece que por fin empezaremos a caminar temprano. Hoy la ruta tiene que ser algo más corta, aunque también será la más dura. Y es que hoy toca cruzar el “temido” collet de Contraix, que con sus 2.749m y la nieve que sigue habiendo tanto para subir como para bajar, será sin duda un punto delicado.
Nos alejamos del refugio siguiendo la pista que lleva a los Prats d’Aiguadassi. Siguiendo las indicaciones de los carteles cruzamos el río y empezamos a subir paralelamente al barranco de Contraix, el río cuyas aguas provienen del lago situado justo por debajo del collado. Mientras caminamos por el prado cruzamos un grupo de vacas que parecen no estar muy nerviosas e incómodas con nuestra presencia. Esta parte del recorrido es bonita. Muy bonita. El sonido de las aguas del río nos acompañan en todo momento mientras cruzamos la última zona de árboles antes de llegar a un punto donde las aguas son tan cristalinas y están tan calmadas que nos hipnotizan por completo, obligándonos a detenernos junto a ellas, antes de empezar el ascenso más pronunciado.
En el cielo hoy no hay ni una nube. La temperatura es elevada y la humedad es altísima. No lo sé. Lo siento. Hace rato que estoy sudando más de lo habitual. Por suerte estamos acompañados en todo momento por el agua que nos rodea, y aprovecho una y otra vez para refrescarme la cara.
Antes de llegar al último gran lago de la jornada de hoy encontramos una zona de nieve con una pendiente muy fuerte. Las huellas de otros caminantes están bien marcadas, por lo que no veo necesidad de utilizar los crampones en esta ocasión, aunque Maigua sí prefiere hacerlo para cruzar con mayor seguridad. Y hace bien, porque un resbalón aquí no sería nada bueno.
Seguimos caminando. Dejamos atrás una pequeña estación meteorológica antes de llegar al lago mientras oímos muy cerca ese sonido tan característico de las marmotas que prácticamente nos ha acompañado en un momento u otro a lo largo de toda la travesía. Para seguir el itinerario marcado con marcas amarillas debemos cruzar el río con las heladas aguas que salen del Contraix. En sus aguas todavían quedan restos del hielo del invierno que cubren la gran parte de la superficie. A medida que nos alejamos del lago empieza a notarse la pendiente que gana inclinación a cada paso. Aquí los crampones sí que son necesarios para ambos. En mi caso, hago uso del piolet para apoyarme y así aligerar un poco la pierna derecha.
Hace un rato mientras cruzaba una zona de rocas de grandes dimensiones, uno de los pedruscos se desprendió cuesta abajo. Por suerte, no seguí rodando detrás de la roca. Me quedé de cuclillas sobre una sola pierna, doblando brúscamente la rodilla y cargando todo el peso de mi cuerpo sobre ella. Sentí un dolor muy fuerte e intenso en el ligamento cruzado, y por un momento temí lo peor.
Divisamos no muy lejos el punto más alto de Contraix. Falta poco y sabemos que este es el último gran reto de estos cuatro días de Carros de Foc. En esta ocasión Maigua ha tomado la iniciativa y va delante abriendo paso con la mirada fija en la meta.
Una vez arriba nos invade una inmensa alegría, aunque también tengo que decirlo, algo de tristeza, porque sé que esto poco a poco llega a su fin. Todavía nos queda el último reto, y es que la bajada hacia la zona de Colieto es todavía más pronunciada. La orientación de la vertiente es noroeste por lo que la acumulación de nieve es mayor. Ahora soy yo el que va por delante. Toda la atención está en cada uno de los pasos que doy para ir perdiendo altura. No es difícil. Sólo hay que estar atento.
Antes de llegar a los prados de Colieto hacemos una última parada para comer. El picnic que nos preparan amablemente cada mañana en los refugios está delicioso y lo disfrutamos como se merece. Mientras saboreamos los creps de hoy aprovechamos con Maigua para hacer un breve resumen de los mejores momentos de la travesía. Y la verdad es que se nos hace difícil elegir entre tantas emociones vividas. Antes de llegar al refugio de Ventosa un último regalo. Y es que los lagos de Colieto y el verde intenso de la hierba que cubre los prados que los rodea, nos obligan a detenernos una última vez para respirar profundamente.
Caminamos a buen ritmo como si nuestro cuerpo no fuera consciente de todos los kilómetros que hemos recorrido y el desnivel que llevamos acumulado. Unos pocos metros antes de llegar al refugio nos detenemos. – ¡Yiiihaaaa! – es nuestro grito de guerra. Tanto Maigua como yo estamos satisfechos y orgullosos de haber superado el reto que nos proponía +8000. En el refugio nos dan el último de los sellos que acredita haber finalizado con éxito Carros de Foc y nos unimos al personal del refugio en la hora de la comida. Tenemos mucho que contarles.
Puedes ver y descargar el track de la etapa 4 de Carros de Foc.
Ropa técnica utilizada durante la ruta: +8000
Información adicional
Página oficial de Carros de Foc donde encontrarás los teléfonos y otras indicaciones para la reserva de la ruta, ya que es imprescindible reservar sitio en los refugios, especialmente en épocas de gran afluencia.
Mapa cartográfico de Carros de Foc (escala 1:25.000) en formato papel, una opción muy recomendable para ubicarte y conocer las cimas que te rodean a lo largo de la ruta.