Riiiiing. Suena el despertador por la mañana. Lo paramos y damos un salto para alejarnos de la cama. Nos dirigimos a la cocina, encendemos la cafetera y nos tomamos el café con la intención de poner algo de cafeína en nuestro cuerpo para activarnos. Volvemos al baño, nos lavamos los dientes y nos pegamos una ducha. Nos vestimos. Nos ponemos los zapatos. Caminamos hacia la puerta y nos vamos. Abrimos el coche, nos acomodamos, encendemos el motor y la radio. La misma emisora de cada mañana. Con un poco de suerte las canciones han cambiado. Noticias trágicas y deprimentes. Conducimos hacia el trabajo o la universidad. El mismo camino. Las mismas colas. Llegamos a nuestro destino sin haber tenido ni un solo momento para pensar en lo que estábamos haciendo.
Las rutinas nos ayudan a mejorar la **productividad**. Mediante la práctica de tareas rutinarias somos capaces de gestionar mejor el tiempo. Estamos de acuerdo que a nadie se le ocurriría empezar un día sin una pequeña planificación previa de las principales tareas a llevar a cabo. La rutina nos da confort y seguridad. Pero sólo tiene un pequeño problema, y es que **la rutina mata la creatividad**.
###¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?###
No te estoy animando a que dejes toda tu vida al azar. Pero si te propongo que pongas en práctica pequeños ejercicios que me han ayudado mucho a recuperar la creatividad que todos tenemos cuando nacemos.
Sólo con desviarnos brevemente de la ruta en coche al trabajo un día por semana, ya estamos haciendo un gran ejercicio. Esto nos hará estar más atentos, prestando más atención a las señales o semáforos, nuevos cruces de carreteras o nuevos paisajes que habían pasado totalmente desapercibidos hasta ahora.
>”Aprende todo de nuevo. Deja que cada momento sea un nuevo comienzo.” Proverbio Zen
Si nos desplazamos en tren hacia el trabajo o la universidad, podemos tomar un tren más pronto. Sólo con este pequeño cambio nos dará la posibilidad de ver nuevas caras, nuevas personas que poco o nada tienen que ver con los rostros que veíamos cada mañana. Una vez en el destino, no sólo camines como si de una carrera se tratase. Puedes parar y observar lo qué pasa a tu alrededor 10 minutos antes de lo habitual. Respira, siente.
¿Por qué esperar a que llegue el viernes para salir a cenar con tu pareja o amigos? Prueba a dar un paseo nocturno después de cenar. Apaga el televisor y lee. Prepara un bocadillo y acércate hasta un parque o bosque cercano para saborearlo alejado del ruido de la rutina.
Todos podemos hacer pequeños ejercicios que ayudarán a recuperar esas ganas de aprenderlo todo de nuevo, esa inocencia que todos tenemos al nacer.
Y tú, **¿qué has aprendido de nuevo hoy?**