Durante los primeros días en Kathmandu noté que esto no era el Nepal que tenía en mi mente. Llegué aquí con la intención de ayudar, de cooperar con los propios nepalís, pero pronto me di cuenta de que especialmente en la capital, los occidentales somos como dinero que camina por sus calles. Muchos de sus habitantes nos ven como dinero fácil, así que algunos ni tan siquiera se molestan en trabajar, pues se han acostumbrado a vivir de la limosna de los turistas. A medida que paseaba por las calles me di cuenta de que quizás vine con las expectativas demasiado altas. Aquí la religión, la casta o el sexo están por encima de cualquier cosa, y si algo tengo claro es que no voy a fomentar una sociedad que se basa en estos principios. Claro está que no puedo cambiar todo un país con mis buenas intenciones, una buena sonrisa y algo de dinero aportado por amigos y familiares, pero sí que lo poco que puedo hacer lo quiero hacer bien. Por suerte, no todo es tan negativo.
Bodgaun, sembrando semillas de solidaridad
Antes de viajar a Nepal estuve buscando buenas iniciativas a las que poder sumarme durante mi estancia. No es fácil encontrar proyectos de ayuda directa a las personas más necesitadas actualmente, especialmente después de los terremotos. Encontré una buena organización, ellos son Jay Nepal, mejor dicho, somos, ya que de alguna forma u otra me han pedido formar parte del equipo.
Para llegar necesitamos más de 3 horas de autobús. Tuvimos que esperar unas 3 horas en el “cuartel general” de Jay Nepal, ya que el vehículo estaba intentando repostar combustible en alguna de las largas colas que estos días abundan en el valle de Kathmandu.
El trayecto fue algo incómodo, pero aquí la palabra “comodidad” tiene un significado totalmente distinto al que estamos acostumbrados en nuestra sociedad occidental. Estaba muy atento a todo lo que pasaba a mi alrededor a lado y lado de la carretera. Era la primera vez que salía de la capital, así que todo era nuevo y distinto. Pude ver por primera vez el Himalaya. Es espectacular. Algunos, incluso, pudimos viajar durante algo más de 1 hora en el techo del autobús, como los locales. Fue emocionante e intenso. El último tramo del recorrido lo hicimos dentro, pues el terreno era muy complicado. En algún punto tuvimos que bajar a ayudar a superar algún paso de agua, zona rocosa, etc. Por fin llegamos al campamento.
Algunos voluntarios ya llevaban dos días allí, por lo que lo básico ya estaba instalado. La cocina, alguna tienda, las letrinas, etc. Al llegar nos dieron algunos consejos básicos de comportamiento y seguridad, y nos pusimos a trabajar.
Lo primero que hice fue recorrer el pequeño poblado formado por 2.300 personas (unas 430 familias). Pronto me di cuenta de los efectos devastadores de los temblores sufridos. Un 90% de las casas estaban prácticamente derrumbadas o totalmente destrozadas. La construcción se realiza mediante el uso de roca y barro, en algún caso incluso ladrillos, aunque muy frágiles. Un total de 12 personas perdieron la vida aquí.
Bodgaun está situado en el distrito de Sindhupalchowk, una de las regiones especialmente afectadas por el tráfico de personas. Las mafias utilizan a mujeres y niñas para la explotación sexual en países como la India. Aunque no solamente esto, pues niños y niñas son utilizados en circos o incluso como mano de obra trabajando en condiciones miserables.
Los proyectos y el ambiente en el campamento
En el campamento había diferentes proyectos con diferentes objetivos y público:
- Tubería de agua potable: para poder hacer llegar de nuevo agua limpia después de que la tubería se viera afectada también por el terremoto.
- Cuestionarios: con el fin de conocer en detalle el pueblo
- Agricultura: para mejorar las técnicas y incrementar la eficiencia en la principal fuente de negocio del pueblo
- Programas de concienciación: para dar a conocer los riesgos del alcohol y las drogas, uno de los principales problemas en las zonas rurales.
- Motivación para jóvenes: con el fin de ayudarles a elegir una profesión que se adapte a lo que más les guste.
- Demolición de casas afectadas: para prevenir que puedan derrumbarse cuando los niños juegan a sus alrededor.
- Chequeo médico
- Chequeo dental
- Talleres de costura: para dar a las mujeres la posibilidad de ganarse la vida para ser más autosuficientes.
Personalmente me uní a los proyectos de la restauración de la tubería de agua potable durante unos 3 días, así como 1 día al de demolición de una casa de 3 plantas junto con el equipo de rescate que llegó durante los últimos dos días.
Para llegar a la tubería teníamos que caminar un buen trozo por un terreno algo resbaladizo con algún punto delicado por el desnivel que había a uno de los lados del pequeño sendero. Aunque no estoy acostumbrado al uso de pico y pala, me tocó poner los pies en el barro y trabajar codo con codo con el resto de compañeros, ya fueran voluntarios o habitantes del pueblo. Fue algo duro especialmente por las altas temperaturas y la elevada humedad, incluso uno de los días, el de más calor, creo que casi llegué al golpe de calor, pues tuve fuertes dolores de cabeza y no podía quitarme el sueño de encima, sólo quería dormir. A algunos de mis compañeros les pasó algo parecido.
Por lo que respecta al derribo de la casa tan afectada por el terremoto, y aunque tomamos algunas medidas básicas de seguridad, fue algo peligroso. La inestabilidad de la estructura se notaba en cada uno de los golpes de martillo que dábamos a alguna de las paredes. Sinceramente, no era nada seguro, pero menos lo era el dejar el edificio en aquellas condiciones. Por suerte, fueron sólo unas 6 horas las que dediqué.
La vida en Bodgaun
Todo empezaba muy temprano en el campamento, de hecho, a las 06.00h de la mañana ya estábamos de pie. Los que querían podían unirse a una clase de yoga matinal. El desayuno se servía a las 07.30h, aunque algunos ya trabajaban a las 07.00h. Aunque todo era bastante rutinario, cada día era especial y diferente. Con el paso de los días notabas más conexión con el resto de cooperantes, la mayoría de ellos de origen nepalí, y muy jóvenes.
Con el paso de los días me gané el apodo de Uncle Josep (tío), puesto que fueron muchos los momentos en los que me veía rodeado de niñas y niños con ganas de jugar, ya fuera en el propio campamento o en el río que teníamos cerca.
Hacíamos reuniones en la mañana y en la noche con el fin de que todos tuviéramos un feedback actualizado de los progresos que se iban dando en los diferentes proyectos, reafirmando siempre la unidad y actitudes que nos unían.
En total pasaron por allí unas 120 personas, un 95% de las cuales procedían de diferentes regiones de Nepal. Esto me sorprendió realmente. Los primeros días en Kathmandu quedé decepcionado por la falta de humanidad y grandes desigualdades que pude ver sus calles. Pero en Bodgaun se vivía algo completamente distinto. Personas de diferentes zonas, castas, sexo, edades o idiomas unidos con el único fin de devolver la esperanza a un pueblo muy afectado.
A menudo, recibía señales de agradecimiento por el hecho de haber viajado a Nepal con el objetivo de ayudar en lo posible, pero yo siempre les respondí que lo especial de aquellos días era ver a los propios nepalís ayudando a su propio pueblo. Aquello fue realmente especial.
A veces cuesta mucho decir adiós, otras veces es simplemente imposible
Desde el primer momento que pude pasear por las “calles” ya pude apreciar lo dura que es la vida aquí, aunque también pude apreciar la belleza y amabilidad de sus habitantes. A pesar de no entendernos por el idioma, una sonrisa o una mirada parecían decirlo todo.
Todo fue un poco más bonito, aunque a la vez más duro a partir del segundo día. Durante uno de mis paseos en solitario por Bodgaun, se me acercó un niño y me cogió de la mano, su nombre era Buddharaj, y creo que debería tener unos 7-8 años. Al cabo de unos minutos me vi paseando por el pueblo cogido de la mano de aquel pequeño. De pronto vi que me indicaba un camino, me llevó hasta lo que parecía ser su casa. Quería presentarme a su familia.
Desde ese momento ya nada fue lo mismo. Pasábamos ratos juntos, en el campamento, jugando a orillas del río donde bajábamos a refrescarnos o lavarnos los cooperantes, etc. Recuerdo incluso una mañana que noté como alguien abría la cremallera de la tienda donde dormía, era muy temprano pero Buddharaj ya venía a darme los buenos días con su sonrisa. Nos hicimos un hartón de hablar, sin entendernos claro está, aunque estoy convencido de que tampoco hizo falta.
El día que dejamos el campamento fue especialmente duro. Corto pero muy intenso, así es como describiría lo vivido allí. Después de despedirme del resto de asistentes, cogí la mochila y me dispuse a abandonar el lugar. Buddharaj no se soltaba de mi pierna. Le abracé y le di una pulsera junto con una fotografía donde aparezco yo junto con mi familia. Cuando ya parecía haber superado el momento de la despedida, y después de caminar durante unos minutos para abandonar Bodgaun en dirección al siguiente pueblo donde aguardaba el autobús, giré mi cabeza para decir adiós con la mirada a todo lo que viví allí. Mi sorpresa llegó cuando pude ver al pequeño Buddharaj a lo lejos. Había caminado unos cientos de metros en solitario sólo con el fin de decirme adiós por última vez.
Esto no acaba aquí, esto es sólo el principio
Esto ha sido sólo el principio. Actualmente estamos evaluando las diferentes acciones que se han realizado a lo largo de los 7 días de duración del I Campamento en Sindupalchowk. Se está realizando el presupuesto para la mejora del sistema de regadío que el equipo de agricultura propuso, así como la introducción de pesticidas orgánicos (no químicos) para fomentar una producción ecológica.
Además se va a mejorar la escuela con una biblioteca y otras mejoras.
Pero más allá de las mejoras a corto y largo plazo está el seguimiento por parte de diferentes personas de Jay Nepal, así como la elaboración de un modelo a seguir y escalable a otros pueblos con caractarísticas similares a Bodgaun, que precisen también de la ayuda que su situación geográfica no les permite obtener.
Hace unos días quise agradecer a la multitud de voluntarios de origen nepalí el esfuerzo y la amabilidad que habían demostrado mediante el siguiente mensaje en Facebook:
“Me habéis demostrado una vez más que no importa tu edad, tu género, tu nacionalidad, tu raza o tu casta. Todos podemos mejorar la vida de otra persona. Me habéis tocado el corazón con la compasión y amabilidad que vosotros, los voluntarios de Nepal, habéis dado a los habitantes de Bodgaun. Os animo a seguir propagando las semillas que sembramos en los campos de Sindhupalhowk. Id más allá de las fronteras. ¡GRACIAS!
You people have shown me once again that it doesn’t matter what’s your age, gender, nationality, race or cast. We all can make someone else’s life better. You really touched my heart with the compassion and kindness you Nepal volunteers gave to Bodgaun villagers. I empower you to continue spreading the seeds we all sowed in the fields of Sindhupalchowk. Go beyond boundaries. THANK YOU!”