Para reducir el uso de un recurso que es perjudicial para el medio ambiente, los economistas nos aconsejan fijar su precio a través de un impuesto o un mercado. El enfoque de mercado basado en el comercio de emisiones es el más utilizado hoy en día.
Nueva Zelanda, país signatario del Protocolo de Kyoto, creó un mercado de carbono en 2009. Está basado en un límite máximo de emisiones globales que no debe superarse – el Cap – y que desciende año tras año. Los principales emisores pueden entonces intercambiar el derecho a emitir gases de efecto invernadero a través de un sistema de comercio. Puesto que aproximadamente el 48% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de la ganadería y la agricultura, el país de manera innovadora incluyó estos sectores en su mercado de carbono. Desde 2012, los agricultores tienen que reportar sus emisiones y a partir del 2015 entrarán en el mercado.
El Banco Mundial informa que 39 países y 23 autoridades nacionales han introducido los precios del carbono o tienen previsto hacerlo. En conjunto, representan alrededor de un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo.
Fuente original: [Good Planet Foundation]