Eran las 06.00 de la mañana y el sol todavía no había salido, pero él ya estaba despierto. Como cada mañana, el joven Hiccup de tan sólo 5 años de edad, tomaba sus cereales con chocolate. Tomaba el desayuno rápidamente, pues quería salir de casa tan pronto como fuera posible con el fin de llegar a la playa antes de la salida del sol.
Todos los días Hiccup recorría la playa cercana a su pueblo. Lo hacía con la intención de devolver al agua las estrellas de mar que estaban en la arena. Lo hacía cada mañana durante unas dos horas, el tiempo justo que tenía antes de que el autobús escolar lo recogiera en la puerta de casa.
Durante la noche muchas estrellas de mar quedaban en la arena por causa de un extraño fenómeno que los científicos no sabían explicar. Al salir el sol, muchas de ellas morían como consecuencia del fuerte calor.
Hiccup se había dado cuenta de que la única forma posible de salvarlas era devolviéndolas al mar, una a una, y eso era lo que venía haciendo desde el día que se dio cuenta de ello mientras paseaba con su padre por la playa.
Julen era un respetado y reconocido directivo de una importante multinacional. Todas las mañanas abandonaba sus preocupaciones y salía a correr unos 30 minutos. El hecho de hacer algo de ejercicio a esas horas de la mañana, cuando no había casi nadie por las calles, le ayudaba a desconectar de la rutina, aunque solo fuera por unos minutos. Una mañana se acercó a correr por la playa.
El corredor se sorprendió de que hubiera un niño a esas horas de la mañana, se acercó a él y le preguntó:
*- ¿Qué estás haciendo a estas horas en la playa?*
Hiccup respondió:
*- Estoy devolviendo al agua estas estrellas de mar antes de que salga el sol las queme y mueran.*
Julen miró a su alrededor y se puso a reír.
*- Pero no ves que lo que estás haciendo es inútil! Hay centenares de estrellas de mar repartidas por toda la arena, la playa es enorme. ¿cómo piensas salvarlas a todas? Menuda pérdida de tiempo, deberías volver a tu casa antes de que tus padres se preocupen.*
Hiccup se agachó para recoger otra estrella de mar, se levantó, la devolvió al agua y miró a Julen fijamente. Era la mirada de un niño de 5 años, pero en sus ojos se apreciaba algo más.
*- Ahora pregúntale a esta estrella de mar si lo que estoy haciendo no sirve de nada.*
Julen se agachó, cogió otra estrella de mar y la devolvió al agua.
Desde ese día, Hiccup y Julen se encontraban todas las mañanas, y juntos recorrían tantos metros de arena como podían con el fin de devolver al agua tantas estrellas de mar como fuera posible.