Por fin abandonamos Kathmandu. Han sido unos días de reuniones, de recopilar información, de conocer a diferentes personas, de idas y vueltas, de dolores de cabeza, de largas esperas, de incógnitas… pero ya estamos de camino a Langtang. Nos acompaña Nima, uno de los habitantes de la zona que se ha ofrecido a acompañarnos en esta expedición. Algo me dice que esto va a ser emocionante. No sabemos lo que nos encontraremos a lo largo del recorrido, pero tengo muchas ganas de salir de la gran ciudad. Necesito estar cerca de las montañas. ¡Nos vamos hacia el Himalaya!
17 OCT: Kathmandu – Syabru Besi (1.503 m)
La primera jornada no es nada agradable. A pesar de que el transporte es cómodo, pues viajamos en un 4×4, el estado de las carreteras y los embudos en algún punto del recorrido nos hacen perder mucho tiempo. El trayecto hasta Syabru Besi no es muy largo (apenas 5 horas), pero el último tramo es especialmente delicado por la multitud de desprendimientos de roca y piedra como consecuencia del terremoto.
Algún punto es especialmente delicado. Por si esto fuera poco, tenemos que cruzar diferentes controles militares donde nos acreditamos como visitantes del parque de Langtang. Por suerte tenemos el TIMS card hecho (tarjeta de acreditación de trekking) y el pasaporte a mano.
18 OCT: Syabru Besi (1.503 m) – Sherpagaon (2.563 m)
Hoy hemos empezado a caminar, y el primer día siempre cuesta más de lo normal. Ha sido un día duro, no por los kilómetros recorridos, sino por el desnivel positivo acumulado. La ruta que sube paralela al río Langtang Khola está impracticable a causa de los desprendimientos de tierra, así que tenemos que seguir la ruta que sube hacia Wangal, Khangjim, etc. El primer pueblo que cruzamos está completamente arrasado, pero a nuestro paso nos reciben algunos de sus habitantes. Repartimos las primeras piezas de ropa que cargamos a nuestras espaldas, junto con algún bolígrafo o lápiz de color para los niños. Es emotivo. Aquí las sonrisas de las personas con las que nos cruzamos se obtienen fácilmente. No puedo dejar de pensar en lo difícil que es ver a la gente sonreír en el lugar del que procedo, el mundo occidental, donde paradójicamente abunda el bienestar.
A nuestra llegada a Sherpagaon, disfrutamos de las primeras vistas del valle que deberemos seguir durante algunos días. Nos rodean algunos niños. Repartimos más ropa y colores entre algunos de ellos. El trayecto se nos ha hecho largo, pero ahora nada parece importarnos. Sólo quiero seguir compartiendo este momento con estos pequeños guerreros. Sus sonrisas son mi oxígeno.
19 OCT: Sherpagaon (2.563 m) – Thyangsyap Village (3.140 m)
Hemos empezado a caminar a las 07:00H. El primer punto del recorrido ha sido complicado y técnico. Debido al movimiento de tierras, hemos tenido que cruzar alguna zona que no ha sido nada agradable, especialmente entre Sherpagaon y Rimche. El terreno era resbaladizo, y cargando las mochilas de hasta 14 kgs como es mi caso, es fácil perder el equilibrio. A mi derecha una pendiente de unos 400m de caída me recuerda que lo mejor será seguir concentrado.
Hemos podido comprobar como la gente del Comité de Langtang estaba en lo cierto cuando nos dijeron que habían estado reabriendo los caminos. Han hecho un gran trabajo. Cruzando pueblos como Riverside, Lama Hotel, Gumnachowk o Ghodatabela te das cuenta de la vida que había aquí antes del terremoto. Ahora parecen pueblos fantasma. Los lodges o guest house están prácticamente destrozados. Siento tristeza. Nima nos acompaña en todo momento, e incluso en algún punto nos cuenta el destino de alguno de los habitantes de estas tierras. Los que han tenido más suerte están en Kathmandu en algún campo de refugiados o en casa de algún familiar. El resto ya no están. Todo esto está siendo muy emotivo para todos, pero especialmente para Nima, quien vuelve a Langtang, donde perdió a su mujer junto con varios familiares y amigos. A pesar de ello, no ha perdido su sonrisa y su amabilidad, pues en todo momento se preocupa por nosotros.
Hemos superado la barrera de los 3.000m, así que no debemos ascender más de 300 m. por día y nos tenemos que hidratar de manera constante para evitar el mal de altura. Lleganos a Thyangsyap Village, donde reside un único habitante, Babu. Después de tomar el te, cruzo unas palabras con Jonas y Austin, de OM Nepal y Rasuwa Relief respectivamente. Hablamos unos minutos sobre la situación de Langtang y Kyanjin Gumba. Parece que han estado haciendo un gran trabajo inventariando las casas y conociendo las personas que todavía habitan en estos pueblos tan afectados.
Babu nos ha ofrecido dormir con él y Nima en su casa, pero el humo del fuego que cubre toda la habitación nos impide respirar, así que preferimos dormir en una de las pocas “habitaciones” del guest house que todavía quedan en pie. Hace frío y estamos rodeados de polvo, maderas con clavos y algún que otro cristal roto. ¡La noche será divertida! Se acabaron las comodidades.
20 OCT: Thyangsyap Village (3.140 m) – Mundu (3.430 m)
La noche se nos ha hecho muy larga. Ni Carla, ni Fiona, ni Pep ni yo, hemos dormido demasiado bien. Nos levantamos pronto y Babu nos ofrece rápidamente un te caliente. ¡Hace mucho frío! Esta noche ya hemos tenido la primera helada, y en algún punto todavía se aprecia. Es muy pronto y el sol todavía no ha salido, por lo que nos tenemos que abrigar a tope.
Al cabo de unas dos horas llegamos a Langtang, bueno, lo que se supone que era este conocido pueblo. No hay nada. Nada. Sólo puedo ver rocas y rocas del desprendimiento de tierra y hielo que cubrió esta zona. Se me pone la piel de gallina sólo pensar en lo que debe estar sintiendo Nima, nuestro guía, pues es la primera vez que sube a Langtang después del terremoto. Su mujer está todavía entre los desaparecidos. Por si fuera poco, perdió además a dos de sus hermanos y a su única hermana. Esto sin contar con los amigos y vecinos que habitaban a escasos metros de su casa. Se estima que más de 300 personas fallecieron aquí. Hace algunos días recibí un email de un buen amigo, quien me pedía que encendiera incienso para algún español conocido suyo que estaba en este punto, así que pasé unos minutos en silencio, dedicando unos pensamientos a todas aquellas personas que murieron aquí. Todo esto es demasiado intenso, así que prefiero proseguir el camino hacia Mundu, pero antes nos paramos en casa de Nima, donde pasaremos un buen rato a lo largo de la tarde ayudándolo en lo posible a ordenar alguna cosa que todavía se puede recuperar de entre los escombros.
Una extraña sensación recorre mi cuerpo a lo largo de todo el día. Estoy más cansado de lo normal, pero no es por las horas que hemos caminado hoy, más bien son pocas, sino por lo que hemos vivido. La noche también será larga y dura, pues una familia nos ofrece un espacio donde pasar la noche en una especie de almacén acondicionado con algún colchón en el suelo.
21 OCT: Mundu (3.430 m) – Kyanjin Gumba (3.865 m)
Nos levantamos pronto, como cada día. Nuestro destino no está muy lejos, apenas unas dos horas, pero Nima nos pide si podemos llegar antes de las 10.00H para asistir a una ceremonia budista con el lama local. Será toda una experiencia. Desayunamos con él y el resto de los asistentes a dicha ceremonia. No soy budista, y tampoco conozco demasiado sus costumbres, así que imagino que están rezando. Nima me pide que le acompañe a lo alto de una pequeña colina junto al monasterio para colgar las tradicionales banderas tibetanas de oración. Es un honor para mi poder formar parte de este momento.
Hemos estado un buen rato entre el desayuno y los minutos compartidos con el lama. Seguimos hacia Kyanjin Gumba, donde nos espera otra pequeña aldea muy afectada por el terremoto, pero con unas vistas espectaculares, pues está rodeada por multitud de cimas que sobrepasan los 5.000 o 6.000 metros de altitud. Esto es una pasada. Parece que nos quedaremos por aquí arriba un par de noches, si la altitud nos lo permite y no aparecen los típicos síntomas como dolores de cabeza e insomnio.
22 OCT: Kyanjin Gumba (3.865 m)
Después de un par de noches durmiendo en malas condiciones, el hecho de tener una cama se ha notado. Por fin algo de descanso. Ayer durante la cena estuve conversando un buen rato con Chris Lampart, un suizo que vive en Kathmandú y que se dedica a la formación de profesores. Hablamos de la educación básica en Nepal y de algunos otros temas políticos y culturales. Queda muchísimo por hacer, y como ya sabía antes de venir al país, el gobierno no está por la labor. En fin…
Me apetece superar la barrera de los 4.000 m, así que voy a caminar hasta la cima de una pequeña colina que se divisa al norte de Kyanjin Gumba. No parece complicado, pero no puedo olvidar que no estoy acostumbrado a esta altitud. En poco más de una hora estoy en la cima. No puedo parar de sonreir mientras miro a mi alrededor. ¡Esto es increíble! Descanso en unas rocas, cierro los ojos y respiro profundamente. Aquí no hay nada, ni nadie, ni tan siquiera dejo que ningún pensamiento interrumpa este momento. Al cabo de unos minutos, me propongo llegar hasta una cima que se ve algo más arriba, debe rondar los 4.800 m. Empiezo a caminar, pero de repente me pregunto ¿por qué? No me siento cómodo caminando a esta altura sin nadie que me acompañe, y me doy cuenta de que llegar hasta los 4.800 m se ha convertido en un reto para alimentar mi ego, pero hoy no le voy a dejar ganar. El sentido común me dice que es mejor no seguir.
Por la tarde, me pierdo un momento entre los diferentes “lodges” que forman esta aldea. Aunque a primera vista parece que los efectos del terremoto no fueron tan grandes aquí arriba, rápidamente me doy cuenta de que estoy equivocado.
23 OCT: Kyanjin Gumba (3.865 m) – Sherpagaon (2.563 m)
Nos levantamos a las 05.00H de la mañana. La jornada será larga y dura hasta Sherpagaon. Nos esperan kilómetros y desnivel negativo. Empiezo a caminar muy pronto. Fiona, Carla y Pep se han adelantado, así que el tramo inicial lo hago sólo. Ni tan siquiera ha amanecido, así que debemos usar el frontal para llegar hasta Mundu, donde hacemos la primera parada para desayunar una sopa caliente. No queremos perder tiempo, así que el te caliente lo haremos en Thyangsyap, con Babu. En Mundu hay un gran campamento de japoneses que al parecer están aquí para ayudar en la reconstrucción de Kyanjin Gumba. Algo me dice que son muchas las ayudas que van a llegar a Langtang. ¡Así lo espero! Hay mucho por hacer.
Mientras desciendo, miro a mi alrededor para ver aparecer las primeras cimas cubiertas de nieve y hielo. El momento es mágico. Sólo me rodea el silencio y el frío del amanecer.
Tomamos un te con Babu, mientras Pep le arregla el anorak lleno de agujeros con cinta americana. Cuando llegue a Kathmandu compraré una nueva chaqueta que Nima le hará llegar para el invierno. Babu sonríe con una de aquellas sonrisas de corazón.
Saliendo de Mundu volvemos a cruzar Langtang, o lo que queda de ello. Pep i Nima se quedan recogiendo alguna cosa más de lo que queda de la casa. Al cabo de un rato, Pep nos atrapa y nos comenta que han encontrado una cámara de fotos entre los escombros. Al visualizar las fotos de la tarjeta SD en la cámara de Pep, han podido ver algunas imágenes de Langtang y la vida que allí había antes del pasado mes de Abril. Pep me comenta que no ha podido visualizar más de tres. Las emociones están a flor de piel.
La jornada se hace muy larga y dura, unas 10-11 horas, especialmente después de comer, pues hay que subir ligermanete hasta alcanzar Sherpagaon. Las nubes cubren el cielo y empieza a llover. Ha sido una jornada complicada. Volver a pasar por los pueblos de Lama Hotel, Riverside, etc. junto con la multitud de desprendimientos de roca y piedras a lado y lado del camino, nos han hecho recordar una vez más lo que se vivió aquí.
24 OCT: Sherpagaon (2.563 m) – Syabru Besi (1.503 m) – Kathmandu
A las 05.00H de la mañana ya daba vueltas en la cama. Nos fuimos a dormir a las 21:00H así que mi cuerpo me pedía caña. Después de desayunar dejamos el Superview Guest House para seguir la bajada hasta Syabru Besi. Pep tienen ganas de llegar a Khangjim para comprobar el estado del pequeño al que atendió durante la subida. Por suerte nos lo encontramos saltando y jugando junto con alguno de sus hermanos. Menos mal.
Durante la bajada empezamos a llamar a alguno de los conductores que conocemos. Debemos cerrar el transporte de najada, y si podemos bajar hoy mismo hasta Kathmandu, mucho mejor.
Llevamos buen ritmo, pero en Khangjim estamos más de una hora esperando que nos preparen la comida. Aquí la vida va a otro ritmo, y aunque tenemos hambre, esto es Nepal, aquí no hay prisas. El ritmo frenético del mundo occidental no tiene cabida en este país. Te adaptas, o mueres.
La bajada es durísima por un camino que desciende rápidamente hasta Syabru Besi. Después de algún malentendido con el conductor, nos ponemos de acuerdo y salimos hacia Kathmandu. Somos cinco, pero además nos acompañan los tres hijos del propietario del guest house de Sherpagaon, que junto con el conductor hacen un total de nueve pasajeros y el equipaje. ¡Oh my God! Las cinco horas hasta la capital son un verdadero infierno. Como hecho de menos la montaña nada más salir de Syabru Besi. Aunque pensándolo bien, lo vivido en el Valle del Langtang seguirá muy presente.
¿Quieres ayudar en la recuperación del Valle de Langtang?
A lo largo de este viaje he conocido a diferentes personas y proyectos que están haciendo una gran labor en la restauración del Valle de Langtang. Por desgracia no pude conocer esta tierra antes de lo sucedido el pasado mes de Abril, pero estoy convencido de que muy pronto todo volverá poco a poco a la normalidad. Entre todos, devolvamos el color a Langtang. Estas son las organizaciones que están trabajando sobre el terreno, y que puedo asegurar que están haciendo una gran labor:
Para conocer el estado del plan de contingencias y el estado de las acciones actuales puedes consultar Shelter Cluster
1 comentario
Saludos y muchos ánimos desde Catalunya! !!! Estáis haciendo una muy buena labor que seguro estáis cobrando a base de sonrisas de la gente a la que ayudais.
Saludos a Pep!!! Yo soy compi de trabajo de él y le voy siguiendo a traves de tu web.
NAMASTE!!!