Supongo que a día de hoy ya te habrás dado cuenta de los efectos de la sociedad de consumo en la que vivimos actualmente. Puede que la reflexión que te propongo en este artículo no te guste o que simplemente no te interese.
Cerrarás la página, me clasificarás como a un “hippie” o un “flower power” con un poco de suerte para mi, y lo más probable es que no vuelvas a visitar mi blog. Si es así, siento haber hecho perder tu tiempo.
Si por el contrario eres de esas personas que se pregunta como podemos cuidar y mejorar el medio ambiente, seguramente el siguiente reportaje te va a gustar.
¿Sabías que algunas marcas diseñan a propósito sus productos para que tengan una duración determinada? Este concepto es lo que se conoce como Obsolescencia Programada, es decir, crear productos con una fecha de caducidad programada de fábrica para que tengan que ser sustituidos por nuevos productos.
¡Es genial! ¡Qué gran idea! De esta forma nos aseguramos que haya una venta constante de artículos. Si las empresas venden más y más, obtendrán mayores beneficios y podrán contratar a más y más trabajadores, que a su vez, gastarán más en otros artículos. Esto es para cualquier economista la base del crecimiento, incentivar el consumo. Sólo hay un pequeño problema, y es que la materia prima siempre es la misma, nuestro planeta, cuyos recursos son limitados y finitos. Por si esto fuera poco, no sólo estamos desertizando nuestro planeta si no que lo estamos llenando de chatarra que no somos capaces de reciclar, una chatarra que vendemos a países subdesarrollados.
En el siguiente reportaje dirigido por Cosima Dannoritzer se nos presenta el concepto mencionado anteriormente mediante algunos ejemplos de empresas y productos poco responsables con el medio ambiente.
Click aquí para verlo online.