Son mis últimos días en Nepal. Quiero aprovechar al máximo esta última semana para conocer algunas iniciativas y proyectos que me parecen realmente interesantes. Este es el caso de Heart Beat, una organización muy pequeña situada en el barrio de Tangal, en Kathmandu, a unos 20 minutos a pie del conocido barrio de Thamel.
Ayer me levanté a las 05:45H de la mañana. Por suerte el día anterior había alquilado una bicicleta con la intención de moverme fácilmente por las calles de la ciudad. El bloqueo de gasolina y gas por parte de la India no ayuda, así que mejor ser algo independiente por lo que respecta a movilidad por unos días. En pocos minutos llego hasta The Dream Center, así es como se llama el centro donde me encontraré con Juju Kaji, Neelam Tiwari y otro chico muy amable que nos ofrece un te caliente al llegar. En la mochila llevo unos cuantos paquetes de galletas que he comprado con la intención de acompañar a Juju a un parque cercano para repartir el desayuno entre los niños de la calle.
Mientras pedaleamos juntos hacia alguna zona no muy alejada de The Dream Center, Juju, fundador y responsable de Heart Beat me pone al día de lo que están haciendo y de la problemática que se aprecia en las calles de Kathmandu, donde residen entre 1.000 y 1.500 niños sin hogar.
Las edades pueden rondar entre los 8 y los 18 años, y un 75% de ellos sufren algún tipo de abuso sexual por parte de extranjeros, locales o de otros compañeros. La mayoría de ellos abandonaron sus hogares debido a la violencia doméstica, posiblemente por el consumo de alcohol de los padres, otro de los problemas de este país.
Juju parece tener todo esto muy interiorizado, y parece que no le afecta demasiado. En cambio yo, no puedo evitar dejar de pensar en todo lo que me va contando. Rápidamente llegamos al parque donde parece que se agrupan los chicos y chicas. Nos reagrupamos con Sven y el otro voluntario del centro que se habían retrasado al ir a pie. Pronto nos vemos rodeados por multitud de chavales que nos reciben con una sonrisa y un “Namasté”. Todo es diferente ahora. Poco a poco se van acercando más y más. Algunos de ellos se acercan más, otros guardan la distancia y no se acercan a mi. La confianza es algo que no es fácil de conseguir aquí. ¿Cómo van a confiar en alguien después de lo que deben haber sufrido?
Poco a poco rompemos el hielo. Con el paso de los minutos aparecen los mayores del grupo. Deben rondar los 17-18 años y apenas me dirigen la mirada. En cada uno de estos grupos existe una jerarquía de poder, así que habrá que mostrar respeto.
No he desayunado nada, así que me acerco a uno de los niños que está sentado en el suelo con un plato en las manos. Le pido si me ofrece una de sus galletas, y sin apenas tiempo para pensar, me ofrece parte de su desayuno con sus propias manos. Por si esto fuera poco, otro de los pequeños del grupo se acerca a mi y me ofrece otra galleta y un puñado de cereales que ha cogido de su propio plato.
Otra vez se confirma lo que ya llevo años defendiendo, los que tienen menos comparten más, un hecho que ha quedado demostrado en otras zonas a las que he viajado en Nepal.
La confianza se gana poco a poco
Juju me comenta que la única forma de conseguir ganarse la confianza de los niños y niñas es mediante la visita que él y otros miembros del proyecto Heart Beat hacen de manera regular. Hay que hacerlo durante la madrugada, ya que con el paso de las horas muchos de ellos ya están bajo los efectos del cannabis, o incluso peor, del pegamento o algún otro tipo de disolvente.
No sirve de nada venir solamente una vez. Hay que estar con ellos varias veces, hablar e intercambiar algunas palabras y anécdotas. Puede que poco a poco vayan contando sus historias y empiecen a ganar algo de confianza, de esta manera accederán a acercarse a The Dream Center, donde se les ofrece ropa y zapatillas, así como otro tipo de actividades lúdicas fomentando siempre el aprendizaje constante que les permita alejarse de las calles con el paso del tiempo.
Heart Beat, making a difference
Juju Kaji es una de esas personas que dedica toda su vida a los demás. Durante los dos días que he estado con él me ha demostrado que sí hay esperanza para estos niños y niñas. Aunque es complicado sacarles de las calles, Juju me cuenta que solamente con que logre ayudar a una pequeña parte de ellos, ya es mucho.
Las salidas matinales para ofrecer te caliente y galletas lo hacen unas 3 o 4 veces a la semana. Pero no solamente esto, sino que además Heart Beat colabora con diferentes centros y escuelas para abastecer de material escolar básico, e incluso ropa y comida.
De vez en cuanto hacen alguna salida a pueblos alejados de Kathmandu, donde realizan chequeos médicos o dentales, e incluso algún otro tipo de acción como reparar escuelas afectadas por el terremoto.
Algunos consejos básicos
La mayoría de los turistas que pasean por las calles de Kathmandu se sienten incómodos por la presencia de estos niños y niñas en las calles. Otros simplemente les ignoran. Si por el contrario, eres de los que quiere ayudar, ponte en contacto con alguna asociación o centro que esté trabajando en las calles con ellos. La mejor forma de ayudar es actuar, y aunque parezca poco, todo suma.
Nunca ofrezcas dinero, pues lo utilizarán para la compra de drogas, pegamento u otro tipo de disolvente. En el caso de que quieras donar comida, hazlo con el envase abierto, de esta manera no podrán venderlo para obtener dinero que utilizarán en otros fines.