Las tierras de cultivo son la base de nuestra producción de alimentos. Su biodiversidad ya se ha visto afectada por el cambio climático y todavía lo hará aún más en las próximas décadas. En lugar de tener que afrontar estos cambios, podemos aceptarlos, e incluso beneficiarnos de ellos.
Por ejemplo, un ingeniero portugués, David Crespo, ha desarrollado un método que se centra en la preservación de la capa orgánica del suelo mediante una variedad de semillas adaptadas a las cambiantes situaciones locales y condiciones climáticas. Este método es más resistente a los cambios climáticos, almacena grandes cantidades de carbono en la tierra, y protege y enriquece el suelo.

Más de 1.000 agricultores han capturado 1 millón de toneladas de CO2, beneficiándose de compensaciones del fondo portugués para la lucha contra el cambio climático, por el carbono que poseen. El desarrollo de semillas adaptadas a las condiciones a las condiciones climáticas futuras es un tema importante para la agricultura del mañana.
Fuente original: Good Planet Foundation